Los 5 peores incendios de la historia

Ya sea por cuestiones naturales o por irresponsabilidad de los seres humanos, a lo largo de la historia, los incendios han causado la muerte de miles de personas inocentes. No solo eso, también han acabado con hogares, bosques y todo lo que encuentran en su camino. En esta entrada te presentamos los incendios más aterradores y caóticos de la historia.

Roma, 64 d.C

Actualmente este desastre sigue siendo uno de los episodios más conocidos de la Roma Imperial.


El incendio de Roma el año 64 d.c es uno de los más recordados por la persecución a los cristianos.

Una noche de julio, del año 64 d. C., se declaró un voraz incendio en el área del Circo Máximo, en Roma. El viento propagó rápidamente las llamas, sembrando el terror entre la población.

Tras al menos 5 días de devastación sin tregua de cuatro de los catorce distritos de Roma fueron arrasados, y otros siete quedaron dañados. Algunos monumentos de la ciudad, como el templo de Júpiter y el hogar de las vírgenes vestales fueron pasto de las llamas.

Quizá lo más relevante del gran incendio fueran sus consecuencias. Por un lado, la historiografía cristiana señala este hecho como la raíz de la primera persecución a los cristianos, ya que, tras el incendio, Nerón culpó a éstos de haber provocado el fuego, y muchos cristianos fueron ajusticiados por ello.

Sin embargo, la última evidencia sugiere que la causa del incendio fue accidental.

En la primera etapa de gobierno de Nerón, su gestión estuvo marcada por el respeto a las tradiciones políticas romanas, pero el emperador aprovechó el voraz incendio -intencionado o no- para construir su gran palacio, la Domus Aurea, y continuar un gobierno personalista y populista.

Londres, 1666

Este gigantesco incendio destruyó cuatro quintas partes de la ciudad. El fuego partió en la casa de Thomas Farynor , panadero de Carlos II , rey de Inglaterra. Al enterarse, la reacción del alcalde, Sir Thomas Bloodworth, fue menospreciar el siniestro.


Esta imagen recrea el incendio de Londres de 1666, que en cinco días destruyó la ciudad

Tras el grave error de cálculo de Bloodworth, en apenas cinco días el fuego devastó Londres. El principal sistema contra incendios de la ciudad era una serie de cortafuegos que requerían la demolición de las casas aledañas, pero los propietarios se negaron a la acción y el alcalde fue incapaz de convencer a los vecinos, agravando los problemas.

Como si esto fuera poco, la ciudad estaba en plena sequía y la madera de los edificios estaba muy reseca. La alerta llegó hasta el rey Carlos II, que ofreció enviar soldados a la ciudad, pero la relación con la Monarquía era entonces tan tensa que su oferta fue rechazada.

El monarca decidió destituir al alcalde, ordenar las demoliciones y mandar a sus hombres para cooperar en la extinción. Pero no era una misión sencilla: las estrechas callejuelas y casas de madera y paja de la ciudad dificultaban la tarea y la destrucción continuaba.

Finalmente, se detuvieron las llamas gracias a que los fuertes vientos del este se detuvieron y que se utilizó pólvora para crear cortafuegos que fueran efectivos.

Pero ya era tarde y el panorama era desolador: 80.000 personas se quedaron sin hogar, puesto que se habían destruido más de 13.000 casas, además de 87 iglesias y tres puertas de acceso a la ciudad. El número de muertos se desconoce.

Chicago, 1871

Se cree que el 8 de octubre de 1871 una vaca de un establo situado en Dekoven Street fue la que dejó caer la lámpara de queroseno que provocó el gran incendio de Chicago.

La situación era muy compleja, ya que en esa época la ciudad estaba edificada básicamente en madera.

El fuego causó la muerte a casi 300 personas y dejó sin hogar a más de 100.000. Se estima que el fuego destruyó más de 17.000 edificios: viviendas, edificios federales, hoteles y la Corte de Justicia, entre otros.

El desastre condujo a la posterior transformación de la ciudad: de hecho, la Escuela de Chicago es un icono en la arquitectura moderna.

California, 2007

En total fueron 23 los incendios que azotaron el sur California, entre el 20 de octubre y el 9 de noviembre de 2007. Estos dejaron 17 víctimas fatales y más 70 heridos.

Los incendios forzaron la evacuación de alrededor de un millón de habitantes, destruyeron 1.500 casas y estructuras, y arrasaron con 2.000 kms. de tierra desde Santa Bárbara hasta la frontera mexicana. Los daños se estimaron en 1.600 millones de dólares, sin calcular las pérdidas agrícolas.

El gobernador en ese momento, Arnold Schwarzenegger , declaró en estado de emergencia a siete condados de California, mientras el Presidente George W Bush pidió ayuda federal. Así, se unieron a la causa, las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional y 3.000 prisioneros (por crímenes no violentos) y bomberos mexicanos.

Contribuyó al fuego la sequía imperante en California del Sur. A su vez, los fuegos se extendieron por los fuertes vientos de Santa Ana. La situación mejoró el 26 y 27 de octubre, cuando el clima se tornó más fresco y nublado. Posteriormente, llegaron las lluvias que, aunque fueron leves, ayudaron a la labor de bomberos.

Al concluir que dos de los mayores focos en Orange y Riverside fueron iniciados intencionadamente, la Policía local arrestó a cinco sospechosos. Finalmente se descubrió que uno de los fuegos más destructivos en el condado de Los Angeles fue originado por un niño que jugaba con fósforos.

Al regresar a sus hogares, familias enteras buscaban entre montañas de acero, ruinas negras y ceniza objetos de valor, pero sólo encontraron ruinas

Australia, 2009

Uno de los incendios más devastadores y dramáticos fue el que afectó a Australia. En febrero de 2009, voraces llamaradas cobraron al menos 189 vidas, dejaron heridos a más de 500 habitantes, y un sombrío legado de desolación.

Muchas personas fallecieron en el interior de sus autos mientras trataban de huir del avance del fuego, y otras perecieron al tratar de salvar sus viviendas. También murieron miles de animales. Miles de sobrevivientes se refugiaron en edificios públicos y escuelas.

El fuego destruyó ciudades y acabó con las vidas de familias enteras, causando tristeza y también rabia e indignación, después de que la policía revelara que algunos de los incendios fueron provocados por pirómanos. Las autoridades, en particular el entonces Primer Ministro australiano, Kevin Rudd , acusaron a los autores de cometer «asesinatos en masa».

Las llamas destruyeron más de 1.800 viviendas y un total de 450.000 hectáreas -principalmente en Kinglake y sus alrededores- alimentadas además por una prolongada ola de calor, ya que el fuego surgió el día después de que varias localidades del estado, incluyendo la capital de Melbourne, registraran las temperaturas más altas desde hace 150 años.

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